jueves, 6 de septiembre de 2012

Buen viaje

Vemos un punto negro en la lejanía. Lo observamos fijamente durante un período de tiempo, que no va más allá de lo que un jugador de baloncesto tarda en pasar el balón al campo contrario... La cámara de la que nos servimos, de repente se mueve hacia la oscuridad. Poco a poco, el punto se va abriendo y divisamos el color azul. La visión panorámica nos revela el mar. La cámara, tras un instante de pausa azul, da un giro de 360º para mostrarnos el basto territorio. Nos seguimos desplazando. Observamos el marrón, el amarillo, el gris, el verde, el rojo, etc. Estamos ante una ciudad. La cámara se desplaza zig-zageando entre los altos edificios, entre los árboles, entre las personas, buscando algo. Iba rápido, más rápido que el hombre leyenda de los 100 m. Nosotros nos sentimos intrigados persiguiendo la cámara. ¿Qué buscará?

De repente, se detiene, empieza a vibrar y nosotros abrimos los ojos. Un gran ventanal se abre paso ante nuestros ojos. Vemos un cuarto, una mesilla de noche con fotos al lado de la cama. Una lámpara se mantenía apagada al otro lado, y tres cuadros colgaban del techo. El objetivo de la cámara crece hasta su máximo. Su ojo rojo observa, junto con nosotros. En la cama se divisa una figura humana. Hombre o mujer duerme plácidamente. Observamos su respiración, la contamos al cabo de un minuto, da signos de normalidad. Duerme de lado, con las manos bajo la oreja izquierda y las rodillas tocándole el pecho. Su pijama es muy divertido, con dibujos y muy colorido, nos gusta. No estaba tapado/a, se le veían los pies desnudos. Queremos hacerle cosquillas. Acentuamos más nuestra vista y vemos algo característico que nos hace reconocer esa silueta...

Lo próximo que vemos es oscuridad, un negro que contiene finas y gruesas líneas de gris vibrando en su interior...


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