sábado, 28 de julio de 2012

Una extraña dirección

Le brillaban sus orejas sin pendientes. Con un movimiento en arco de su brazo por encima de su cerebro, apartó la gran hoja que le hacía de techo. Se duchó, sin quererlo, con el agua acumulada en su parapeto. Se bañó.

Saludó a un nuevo día como lo hace casi siempre. Vivía en el Planeta de los Sueños, país Esperanza, calle Ilusión 14, bajo. Vestía una camiseta enorme para su tamaño con un número y un lobo a su espalda. Si hubiera vivido tiempo atrás, lo haría en la casa del lobo.

Cada día bailaba bajo la constante lluvia azul cuya máxima gota era una esfera amarilla brillante y su pista una gran lona azul. También danzaba con dragones. Los dragones eran pequeñitos, pero empezaban a alimentarse y a causar problemas. Sin embargo, su amiga por la que él espera encontrarse para saber más de su historia, estaba trabajando más allá del mar Angosto.

El duendecillo salió a correr corrió hasta el fin del mundo y dio la vuelta (si hubiera corrido más, estaría exhaustisimísimo). De regreso al bajo 14 estaba la silueta de una mujer, ya entrada en edad, con una escoba. Era una bruja, ni de las buenas ni de las malas (digamos que neutra).

        - You have run a lot. Dijo la bruja en su idioma.
        - I don´t think so. Replicó el duendecillo. I could have gone on.
        - There is no way through the End of the World. Precisó la mujer.
        - I´ll check myself. Concluyó la conversación.

El diminuto ser, en un inmenso mundo, escribió en su libro negro:

"Conocí a una morena,
...

Exteriormente lo muestra, interiormente lo tiene como ausente.


¿La volverá a descubrir?


jueves, 19 de julio de 2012

Un poco de género

Os dejo con un poco de género.










Gracias al libro y a cómo llegó a mis manos. Multumesc.

viernes, 6 de julio de 2012

Una gran máquina

Con la mochila a cuestas. Todo dentro: mudas, pantalón y camiseta. Empezaba a andar su camino bajo su cielo azulado grisaceo, cuando de repente el tiempo se paró. Interrogación.

Imaginó el mundo como si fuera una gran máquina, un reloj. En las máquinas nunca sobran piezas. Cada una de sus piezas son necesarias. Ninguna es rechazada, todas están por alguna razón. Todas trabajan codo con codo, pie con pie, engranaje con engranaje... ninguna sobra. Ese mundo es un perfecto equipo donde cada uno tiene una función. Y debido a esa función, cada una de sus piezas tiene un papel que desempeñar. Nacen con ese papel, otras lo buscan, a otras les gusta desde el primer momento que lo ven y otras lo encuentran más tarde. Ninguna sobra. Todas realizan su función lo mejor que saben y pueden.


Volvió del fantástico munco de la imaginación. Había una razón dentro del reloj.
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